Tadeo no lo sabe
- Amor Hdz
- 4 abr
- 3 Min. de lectura
Un homenaje a mi mejor amigo. A su luz. Y a su caos.
Tadeo no lo sabe, pero cuando habla, todos lo escuchan. No porque alce la voz, sino porque irradia tanta luz que es imposible no hacerle caso a lo que va a salir de su boca, sea lo que sea o te ríes o aprendes. Tadeo no lo nota, pero cuando se pone triste el clima cambia con él. El aire se vuelve denso, las luces bajan, como si el mundo empatara con lo que siente, sin que él lo pida. Como si no supiera si llorar, nublarse o simplemente dejar de brillar por un rato.
Nos conocimos en tercero de secundaria. Ni siquiera íbamos en el mismo salón. No teníamos los mismos amigos. Y sin embargo, algo nos unió. No fue una conversación larga ni un gran momento cinematográfico. Fue más bien una presencia. Un cruce callado de caminos que ya estaban medio rotos. Éramos muy jóvenes y esos recuerdos ya no tienen ni siquiera colores… pero sí tienen música. Porque desde entonces, aunque la vida nos haya llevado por rumbos distintos, siempre ha habido una canción que nos acompaña. Un eco de Paramore, un himno de Lady Gaga, algo que grita sin decir palabras. Algo muy de nosotros.
A los 14 no entiendes mucho. Vives al límite, pero sin saber siquiera qué es eso. Y nosotros —qué ironía— ya sabíamos demasiado. Madurar rápido. Sentirlo todo más fuerte. La soledad de estar rodeado. El silencio lleno de ruido. Ambos con un corazón con fuga y una mente que no encajaba en el molde de nadie. No sabíamos que compartíamos un diagnóstico, pero el cuerpo lo intuía. El alma ya lo reconocía.
Y aunque en ese entonces no hablábamos de salud mental, algo en nosotros se entendía. El mismo vacío con formas distintas. El mismo dolor con nombres que aún no conocíamos. Años después, cuando ambos supimos que teníamos TLP, no fue una sorpresa. Fue como ponerle nombre a una habitación en la que ya habíamos estado juntos.
Tadeo y yo somos el mismo tipo de caos. El tipo de personas que se ríen del trastorno para que no duela tanto. Que lo nombran con sarcasmo, como quien ya lo conoce tan bien que ya no le teme. A veces no pudimos estar ahí en nuestras peores crisis. Y aún así, nos entendimos. Como si bastara con respirar para reconocernos.
Nos hemos escrito desde lejos, con esa sinceridad sin presión. Hemos tenido conversaciones al borde del abismo y risas que llegaron cuando más las necesitábamos. Bailamos en antros que ya no existen. Lloramos por cosas que dolían igual, aunque el tiempo pasara. Y después, los reencuentros: las fiestas en los antros y bares de mala muerte, las idas a Pachuca, los planes espontáneos. Con Tadeo, da igual el destino. Si él está, hay historia.
Porque eso es lo bonito con Tadeo: no importa el plan, el mood, el día o la ciudad. Todo se vuelve un poco más real. Ha estado en mi vida más tiempo del que yo misma he sabido quererme. Y eso ya dice mucho.
No hay mejor compañero para un festival, para hablar de arte, para dejarse caer sin miedo. Me conoce más de lo que quisiera admitir y, a veces, más de lo que me conozco yo. Es ese tipo de presencia que no exige nada, pero que está. Que aparece justo cuando lo necesitas, incluso si no se lo pediste.
Tadeo es locura. Es fuerza. Es lealtad. No de la que se grita, sino de la que se queda. De la que no necesita pruebas ni promesas. Lo veo ahora, a punto de cumplir 30, y me doy cuenta de que él representa lo que debería ser la amistad: un espacio sin reglas, sin exigencias, sin pretensiones. O mejor dicho: él representa eso… una forma de estar sin condiciones, sin explicaciones. Una presencia libre, pero segura.
Y mi deseo para ti, Tadeo, es simple y profundo: que vivas tranquilo. Que sepas que es posible tener una vida en paz con tus emociones, tu mente y tu cuerpo. Que el mundo no siempre es hostil, y que tú no estás solo. Que eres amado, que eres especial, que eres de esas personas que dejan huella sin hacer ruido.
Que nunca dejes de bailar, ni de reír, ni de llorar si hace falta. Que tus 30 te encuentren más libre, más feliz, más tú. Porque si algo tengo claro después de todos estos años, es esto: no cualquier persona que conozco, conoce a Tadeo. Y si no lo conocen, probablemente no me conocen a mí de verdad.
Feliz cumpleaños, amigo. Gracias por quedarte. Gracias por ser .Hay personas que se quedan, incluso cuando no están. Tadeo es una de ellas.
--Amor Hdz.

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