Sabes cómo se siente, ¿verdad? Despertar y sentir que algo pesa sobre tu pecho, algo invisible pero tan real que te cuesta incluso moverte. Te quedas en la cama, mirando el techo, pensando si este será el día en que todo cambie… pero no lo es. Al contrario, parece que cada día se hunde un poco más en ese vacío que no puedes explicar.
La depresión no es solo tristeza. Es mirar el mundo y sentirte desconectado de todo. Es intentar disfrutar de lo que antes te llenaba y descubrir que nada sabe igual. Es preguntarte si alguna vez volverás a sentir la paz de un atardecer, el escalofrío de escuchar tu canción favorita en un concierto, o la alegría de reír a carcajadas con tus amigos. Es como si algo hubiera robado la esencia de la vida, dejándote solo con una réplica vacía.
Es cansancio. No el tipo de cansancio que se arregla durmiendo ocho horas, sino uno que se siente en los huesos, en el alma. Es caminar con una sonrisa que no sientes, responder "estoy bien" cuando lo último que estás es bien. Pero finges. Porque parece más fácil que intentar explicar un dolor que ni siquiera tú entiendes completamente.
La depresión también es sentirse culpable. Te dices que deberías estar agradecido, que otras personas tienen problemas peores. Pero eso no ayuda, solo añade más peso. Te sientes egoísta, roto, incapaz de ser lo que los demás esperan de ti. Y a veces, el dolor es tan grande que empiezas a creer que desaparecer sería más fácil, no porque quieras morir, sino porque simplemente no sabes cómo seguir viviendo.
Recuerdo esos momentos. Recuerdo buscar emociones intensas en personas y situaciones que no me hacían bien, creyendo que eso me daría algo que sentir. Pero solo me hundían más. Recuerdo las noches en las que el llanto era mi única compañía, donde el silencio de mi habitación se sentía tan fuerte que parecía gritarme todo lo que no quería escuchar.
La peor parte de la depresión es que te hace creer que estás completamente solo. Pero déjame decirte algo: no lo estás.
Yo también pensé que lo estaba. También pensé que nadie podría entender lo que sentía, que nadie querría lidiar con mi oscuridad. Pero lo que aprendí es que la depresión es una mentirosa. Quiere que creas que no hay salida, que nadie puede ayudarte. Pero eso no es cierto.
Salir adelante no fue fácil. No hubo un momento mágico en el que todo mejoró de repente. Fue un proceso largo, lleno de recaídas, lleno de días en los que no quería seguir. Pero tomé decisiones difíciles: fui a terapia, acepté tomar medicamentos cuando lo necesitaba, aprendí a poner límites, a dejar ir a personas que no eran buenas para mí. Aprendí que está bien pedir ayuda, aunque al principio dé miedo.
No te voy a mentir: hay días en los que el vacío regresa, en los que mi mente vuelve a ese lugar oscuro. Pero ahora sé que no tengo que enfrentar esos días sola. Mi red de apoyo —mi familia, mis amigos, mis terapeutas— está ahí para recordarme que incluso cuando me siento perdida, no estoy realmente sola.
La recuperación no es lineal. A veces das dos pasos adelante y uno atrás. Y está bien. Lo importante es seguir avanzando, aunque sea despacio, aunque a veces solo puedas dar un paso pequeño.
Quiero que sepas algo: no importa cuánto tiempo lleves sintiéndote así, no importa lo profundo que sea el agujero, siempre hay una salida. Puede que ahora mismo no la veas, pero está ahí. Y merece la pena buscarla.
Sé que no hay palabras mágicas que puedan hacer que el dolor desaparezca de un momento a otro. Sé que, en este momento, tal vez todo lo que digo suene como un eco lejano, como si no fuera suficiente para alcanzar ese lugar donde habitas ahora. Pero quiero que sepas esto: no estás roto. No eres tu dolor. No eres tu vacío. Y aunque ahora mismo te parezca imposible, hay una vida más allá de esto.
No te estoy diciendo que será fácil. No te estoy diciendo que todo saldrá bien con un "piensa positivo." Lo que te estoy diciendo es que, aunque el vacío parezca eterno, no lo es. Que pedir ayuda puede parecer la cosa más difícil del mundo, pero puede cambiarlo todo. Que incluso si hoy todo se siente oscuro, un día podrás mirar atrás y darte cuenta de que cada pequeño paso que diste te llevó más cerca de la luz.
Y cuando llegues a ese lugar, entenderás que todo lo que ahora te duele también te está transformando. Que las cicatrices que llevas no son marcas de derrota, sino de todo lo que sobreviviste. No sé cómo será tu camino, pero sé que merece la pena recorrerlo.
Así que no te pido que creas en todo lo que digo. Solo te pido una cosa: quédate. Quédate para ver lo que aún no puedes imaginar. Quédate para construir la vida que ahora mismo parece imposible. Quédate, no porque todo va a estar bien de inmediato, sino porque tú mereces la oportunidad de descubrirlo.
-- Amor Hdz.
Comments