top of page

Chica rota pone en venta recuerdos de lo que fue su vida

Foto del escritor: Amor HdzAmor Hdz

La chica de esta historia estaba llena de recuerdos. Primero, todos eran felices, hasta que no lo fueron más. Comenzaron a impregnarse de un color oscuro, de una tinta espesa y fría, imposible de quitar. Mientras intentaba limpiar cada uno, se manchaban más. Entonces, aquella chica que un día fue la luz más brillante del mundo a los ojos de quienes la rodeaban comenzó a nublarse. Primero, su mirada. Después, sus palabras. Hasta que era imposible verla por la tormenta que la rodeaba, solo a ella.

Muchos intentamos atravesar la tormenta y tomar su mano, mostrarle algún pequeño destello de luz que le recordara lo hermoso que era brillar para ella. Pero no lo lograba ver. Dentro de aquella tormenta torrencial, esos recuerdos comenzaron a impregnarse de lágrimas, de añoranza y de dolor. Tanto, tanto dolor.

Aquella chica, que ahora era un cuerpo vacío lleno de esos recuerdos manchados, comenzó a cambiar. Ya no caminaba, se arrastraba. Y luego, un día, esa chica desapareció. En su lugar, surgió una niña pequeña, perdida, con ojos tristes que suplicaban un abrazo. Venía de un lugar muy frío, lleno de agua y desolación. Aquellos recuerdos estaban aún dentro de ella, pero no los quería más. Ya no quería verlos manchados. Pensó que, si grababa nuevas memorias en ellos, sería la solución. Pero al no poder reconocer su propia luz, adquirió una especie de ceguera que le hacía imposible percibir la luz de los demás.

 Esa ceguera la llevó a buscar consuelo en pequeñas sombras disfrazadas de promesas. Eran seres diminutos que se alimentaban de su tristeza, que reflejaban una falsa grandeza que ella confundía con calidez.

Entonces, comenzó a intercambiar sus recuerdos manchados por momentos efímeros: un beso vacío, una caricia que prometía, pero no sanaba, un abrazo que sólo servía para evitar el insomnio. No recordaba lo que era soñar, hacía tanto que había olvidado esa sensación de esperanza en la oscuridad de la noche.

A medida que entregaba partes de sí misma a esos vacíos disfrazados de compañía, su corazón comenzó a marchitarse. Se endureció, construyendo un caparazón en un intento desesperado por proteger lo poco que quedaba dentro de ella. Pero ese caparazón también la alejaba, no solo de los demás, sino de sí misma.

Yo podía ver su luz, escondida entre las grietas, aunque ella no la reconociera. Traté de alcanzarla tantas veces, de recordarle que podía volver a soñar, a reír, a ser. Pero entendí algo que me desgarró: no podía salvarla. Nadie puede salvar a quien no está listo para salvarse.

Un día, finalmente la dejé ir. No porque no la amara, sino porque el amor, a veces, también significa soltar. Soltar para que se encuentre, para que la vida misma le muestre el camino de regreso a su esencia.

Si algún día regresa, sabrá que aquí habrá alguien que la recuerde no como el cuerpo vacío que llegó a ser, ni como la tormenta que la consumió, sino como esa luz que una vez iluminó el mundo con su presencia. Hasta entonces, solo puedo desearle que encuentre su camino entre las sombras y que, en ese proceso, aprenda a abrazar su oscuridad sin dejarse consumir por ella.


-- Amor Hdz.

 
 

Entradas recientes

Ver todo

Preguntas al vacío

Hay días en los que despierto y la nostalgia se queda conmigo, como si hubiera encontrado en mi almohada su lugar favorito. A veces me...

Comments


Contáctame

Pregúntame lo que sea.

"Todos los textos publicados en este blog son propiedad intelectual de Amor M. Chávez H. y están protegidos por derechos de autor. Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización."

bottom of page