Cartas a mi cuerpo, desde el después
- Amor Hdz
- 7 ago
- 2 Min. de lectura
Por Amor Hdz
Dejé de escucharte después de lo que llamo mi primer retiro espiritual.
El hospital psiquiátrico.
No fue una decisión.
Solo pasó.
Mi energía estaba puesta en sobrevivir.
Lo emocional me consumía tanto que el cuerpo pasó a segundo plano.
Tomaba los medicamentos como me los daban.
Sabía que venían con efectos secundarios, pero no importaba.
Solo quería sentir menos.
Y así fue: sentí menos de todo. Menos dolor, menos hambre, menos conexión.
También contigo.
Me volví más lenta, más pesada, más ausente.
Solo quería que siguieras funcionando. Que caminaras. Que comieras. Que resistieras lo básico.
Lo suficiente.
No te hablé.
No te miré.
No te cuidé.
Y tampoco noté cuándo empezaste a doler.
La ansiedad llegó con su propio lenguaje: tensión en el pecho, temblores, insomnio, cansancio constante.
Después vinieron los cambios hormonales, el peso que no bajaba, el cuerpo que no respondía.
Y me enojé contigo.
No por lo que hiciste, sino por lo que ya no podías hacer.
Por no obedecerme. Por hacerme sentir atrapada en ti.
Muchas veces me lastimé. A propósito.
No para acabar contigo, sino porque sentía que no importabas.
El dolor físico parecía más manejable que el otro.
Al menos ese lo podía ver.
Nunca te pedí perdón por eso.
Y aun así, estuviste.
Siempre estuviste.
Cuando yo ya no quería estar, tú sí.
Seguías respirando.
Sosteniéndome.
Contuviste mis pensamientos cuando no podía más.
Guardaste mi tristeza, mis rabias, mis quiebres.
Te arrastraste por mí cuando yo no podía moverme.
Nunca te reconocí eso.
Nunca te dije gracias.
Ahora intento habitarte de nuevo.
Despacio.
Con torpeza, a veces.
Pero también con más presencia.
Empiezo a notar cosas que antes ignoraba: el gusto por caminar sin dolor, el pasto bajo los pies, el calor de una cobija, el sabor de algo que realmente disfruto.
Hay días en los que verme al espejo sigue doliendo.
Días en los que vuelvo a exigirte demasiado.
Pero ya no te odio.
Y ya no quiero desaparecer.
No tengo promesas grandes para darte.
Solo esta: Voy a seguir intentando escucharte.
Gracias por seguir aquí.
Por no rendirte, incluso cuando yo lo hice primero.
Comentarios