Recuerdo la última vez que amé. ¿Fue a una persona? ¿A un libro? ¿A una canción que me hizo llorar como si entendiera algo que yo no podía decir? ¿Fue a una idea que me llenó de esperanza, a un recuerdo que me acarició como un susurro del pasado?
¿O fue el atardecer, pintando el cielo con colores imposibles? ¿Fueron las olas, rompiendo frente a mí, como si intentaran alcanzar algo que nunca podrán tocar?
Sé que recuerdo la última vez que me enamoré.
Fue de ti, ¿no? ¿O fue de los brazos de mi madre, cuando me abrazaron con fuerza para juntar los pedazos de mi alma rota? Quizá fue de aquella persona que me dejó con el amor en las manos, temblando, incompleta. O tal vez fue de aquel que se fue, desvaneciéndose de mi vida como un sueño al amanecer.
¿Acaso fue de esa persona que nunca conocí en realidad, pero con quien hablé durante una semana como si nuestras almas se hubieran encontrado en otro tiempo?
Sé que recuerdo la última vez que me enamoré.
Creo que fue esta mañana, cuando me vi llorando frente al teclado, intentando escribir algo sobre ti. ¿O no?
Es que no puedo evitarlo. Amo tanto. Amo todo. Amo lo que he tenido y lo que he perdido. Amo lo que nunca fue y lo que jamás será. Amo a la gente, a los momentos, a las cosas pequeñas que nadie nota.
Amo con un corazón que parece no tener límites, aunque a veces se rompa bajo el peso de todo lo que siente.
Y aunque duela, aunque a veces parezca demasiado, no puedo evitarlo. Porque amar, simplemente amar, es lo más cercano que he estado a la eternidad.
-- Amor Hdz.
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